martes, 9 de febrero de 2016

EL ALFARERO

EL ALFARERO


Su frente ancha, su cabellera crecida, sus ojos hondos, su mirada dulce. Una vincha de plata ataba sobre las sienes la rebelde cabellera .Sencillo era su traje y apenas en la blanca umpi de lana un dibujo sencillo, orlaba los contornos. Nadie había oído de sus labios una frase . Sólo hablaba a los desdichados para regalarles su bolsa de cancha y sus hojas de coca .Vivía fuera de la ciudad en una cabaña. Los Camayoc habían acordado no ocuparse de él y dejarle hacer su voluntad inofensiva para el orden del imperio .De vez en cuando encargábanle un trabajo o él mismo lo ofrecía de grado para el Inca o para el servicio del Sol .Las gentes del pueblo lo tenían por loco , su familia no le veía y él huía de todo trato. Trabajaba febrilmente .Veíasele a veces largas horas contemplando el cielo. Muchos de los pobladores encontrabánle solo,en la selva, cogiendo arcilla de colores u hojas para preparar su pintura, o cargando grandes masas de tierra para su labor. Pero nadie veía sus trabajos .
Nadie jamás había entrado a su cabaña . Una vez un Curaca le mandó a su hijo para que aprendiera a su lado el noble y difícil arte de la alfarería . El muchacho era despierto y alegre . Tenía afán creciente por aprender , y labró su primera obra . Pero cuando más contento estaba el Curaca, recibió un día a su hijo despavorido. Temblaba el niño, todo lleno de barro, y sólo musitaba temeroso y con los ojos desmesurados.
- ¡Supay! ¡Supay! ¡Supay!
Y no quiso volver más a la casa del artista. Porque un día mientras él labraba afuera , mandó al muchacho a sacar un jarrón fresco . El niño , solícito ,acudió y en la oscura habitación buscó el objeto a tientas. Pero he aquí que cuando menos pensó, encontróse con una enorme sombra y quiso salir precipitadamente ; sintió sus manos detenidas por un monstruo enorme que luchaba con él. Era una estatua de Supay , que secaba en la habitación . Y el niño , al querer huir, había metido en la fresca arcilla sus manos y a medida que quería desprenderse , más se aprisionaba en el barro y gritaba despavorido y el Supay se derribó y cayó sobre él y llegó el artista y lo liberó.
Desde entonces cortó toda relación con los del pueblo .
El mismo se procuraba su alimento .El iba en pos de las frutas del valle ,canjeaba a los viajeros huacos por coca , y así vivía , libre como un pajarillo . Un día le envió al Inca una serpiente de barro que silbaba al recibir el agua , y causó tal espanto que el Inca hubo de mandarla al Templo del Sol.
Otro día hizo una danza de la muerte .Cada vez que trabajaba , decían oír gritos de dolor en la covacha , y llegaron a no pasar cerca de sus linderos los traficantes.
Una tarde en que Apumarcu había ido al río en pos de agua para deshacer el barro ,sintió tocar una antara en la fronda. Y él nunca había oído dulces canciones . Y poco a poco se fue acercando y vio a un hombre que sobre una roca ,solitario , a la orilla del río ,tocaba . Y le habló .
-¿ Y quién eres tú que así vienes a estos lugares donde sólo hay un recuerdo que es mío?.....
- Yo soy Apumarcu el alfarero .
- Ah hermano ,yo soy Yactan Nanay, el que toca el antara…….
- ¿ Y de qué ayllu eres tú , Yactan Nanay?....
- Yo no tengo Ayllu……..Y tu Ayllu .¿ Cuál es?..
- Mi barro.
Y desde entonces fueron como grandes hermanos . No se separaban nunca . Juntos iban en pos de la fruta escondida entre el follaje rumoroso .Juntos pasaban largas horas y conversaban largamente . Apumarcu le hablaba de las cosas que él nunca había escuchado a nadie . Y Yactan le decía cómo una tarde su amada habríase perdido ….
Y le relataba algunos viajes hechos por países desconocidos y le hablaba de sus dudas respecto a la divinidad .Una vez hizo Apumarcu una cabeza del amigo . El la llevaba consigo porque no era más grande que un puño . Y tanto hablábale de su amada y de tal manera le describía su cara que un día Apumarcu le hizo una cabeza de ella . Y él le explicaba , y el otro realizaba . Y cuando estuvo concluida, Yactan Nanay le dijo:
- Yo no tocaré sino para ti ,hermano, porque tú la has comprendido y me la has devuelto . Creo que el barro en que ella está aquí en tu obra vivirá eternamente. Eres más grande que el Sol porque él la hizo y la llevó, mientras que tú las hecho en dura arcilla y no morirá nunca. Pero yo he perdido a mi amada y ya no puedo ser alegre . Tú que no las has perdido , que no la tienes ¿Por qué eres tan triste?....Tú podías hacer que el Inca te diera por esposa a la más bella dama de la corte…..¿Por qué vives solitario hermano ?…….
- Yo siento que algo me falta ….Yo siento una ansia inexplicable en mi alma …Yo siento que hay algo que yo podría hacer y sé que podría ser feliz …Tengo un incendio en el alma , veo una serie de cosas pero no puedo expresarlas . Tú sufres y cantas en la antara tú dolor y haces llorar a los que te escuchan , pero yo siento ,veo, imagino grandes cosas y soy incapaz de realizarlas . ¿Sabes? Yo quisiera pintar la vida tal como la vida es . Yo quisiera representar en un pequeño trozo lo que ven mis ojos .Aprisionar la naturaleza .Hacer lo que hace el río con los árboles y con el cielo. Reproducirlos. Pero yo no puedo ; me faltan colores, los colores no me dan la idea de lo que yo tengo en el alma.
He ensayado con todos los jugos de las hojas a reproducir un pedazo de la naturaleza ,pero me sale muerto. No puedo hacer la alegría del bosque , ni la azul belleza del cielo ,ni puedo hacer una sonrisa ,sino en el tosco barro, ¿Tú no crees que se puede hacer otra naturaleza como la que se ve?.... 

EL BUQUE NEGRO

EL BUQUE NEGRO

En el puerto de Pisco, el niño Abraham vivía con su familia en una modesta pero apacible casa adornada por el follaje que ofrecía un placentero frescor. La comida, el rezo y los relatos de la faena diaria que contaba su padre unían a la familia. Pero dicha felicidad se enturbió por la vida triste que llevaba Isabel, una vecina y amiga, la cual había sido abandonada hacía tiempo por su esposo, de nombre Chale, un hombre que hasta entonces había sido muy bueno y cariñoso. Unos testigos dijeron que vieron a Chale ir apresuradamente al muelle junto con dos hombres desconocidos y desde esa ocasión no se supo más de él. De eso ya habían pasado 18 años e Isabel estaba segura que a su esposo lo habían embarcado a la fuerza en un misterioso buque negro que divisó aquel mismo día de su desaparición; pese al tiempo transcurrido tenía la esperanza de su retorno.
Un día, los padres de Abraham quisieron distraer a Isabel y la invitaron a dar un paseo por el campo. Todo el grupo familiar, incluidos los criados, partieron a hacer la excursión. Isabel iba pálida y con un vestido negro. Al cruzar laPlaza de armas, Abraham notó que todos estaban tristes. Ya en las afueras del pueblo, pasaron cerca de una iglesia abandonada, y la criada –una vieja negra– dijo que allí penaban y que al amanecer se veía el espectro de un cura haciendo misa, acompañado de su sacristán. Abraham no resistió la curiosidad y se acercó a la iglesia. Por una rendija, vio los nichos de los altares sin santos, la nave terrosa abandonada, el altar mayor vacío; un murciélagocruzó de un rincón a otro y unos búhos volaron gritando.
El grupo llegó al fin al lugar elegido como destino, que era un pepinal o campo de pepinos. Subieron todos a una pequeña altura de donde se veía cerca la pequeña choza del chacarero o encargado del terreno de cultivo. El labriego les saludó de lejos a toda voz. Ya se disponían a bajar todos, cuando Isabel, quien se había quedado contemplando el mar, gritó: "¡El buque negro...!" Efectivamente, un buque negro de tres palos veíase en las proximidades del puerto. Isabel bajó muy alterada, pero los padres de Abraham la cogieron y casi la cargaron en brazos. Como se asomaba una paraca (viento fuerte), decidieron regresar todos al puerto por el camino de la playa.

La paraca empezó a arreciar, se oscureció el cielo, los perros ladraron y una palidez dominó a todo el grupo. Vieron en la plaza a la gente apresurada en busca de refugio. Isabel iba diciendo: "Más de prisa, allí está el buque negro; ¡más de prisa por Dios! ...". De pronto, dio un grito espantoso: "¡Se va! ¡El buque negro se va! ¡Se va!". Efectivamente, el buque se iba. La población quedó cubierta de un polvo amarillento, que era el guano pulverizado de las aves marinas que el viento arrastraba desde las islas adyacentes. Cuando la familia regresó a casa recostaron a Isabel, ya extenuada, y cayó una noche negra y lúgubre. Así culminó aquel día tan extraño.

EL VUELO DE LOS CONDORES

EL VUELO DE LOS CONDORES

La historia se desenvuelve en el puerto de Pisco, en la costa desértica peruana, a fines del siglo XIX. El autor narra una experiencia inolvidable que tuvo siendo niño: su encuentro con el mundo del circo (una de las pocas distracciones de los niños en ese entonces), y su amor platónico por una hermosa niña que actuaba de trapecista en dicho circo. Aunque hay que señalar que su relato no es estrictamente autobiográfico, sino que está recreado e idealizado, usando las licencias permitidas a los creadores literarios. El mismo escritor lo explica en la ya citada carta que dirige a su madre: “Naturalmente, hay mucho de fantasía, pero mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas cosas”.
Veamos el argumento. El niño Abraham, entonces de 9 años de edad, se entusiasmó sobremanera con la llegada del circo a su pueblo. A la salida de la escuela se fue al muelle a contemplar el desembarco de los artistas. Entre ellos vio a una niña rubia que le llamó mucho la atención. Tanta fue su impresión que el circo devino para él en una idea fija. Entre sueños, vio a todos los artistas desfilando delante de él, entre ellos a la niña rubia, que la miraba sonriente. De vuelta a la vida real, recibió una sorpresiva y grata noticia: su padre había comprado entradas para que toda la familia fuera al circo a gozar con el espectáculo. Leyendo el programa, Abraham se enteró que uno de los números más emocionantes y peligrosos, denominado “el Vuelo de los Cóndores” sería realizado por una niña trapecista, apodada Miss Orquídea, que no podía ser otra que la misma criatura bella que viera en el muelle. Muy emocionado Abraham asistió al espectáculo. Ante sus ojos desfilaron el barrista que daba el salto mortal, el caballo que respondía los problemas de aritmética con movimientos de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía formidables piruetas y los graciosos payasos. Sin embargo, el número central era "El Vuelo de los Cóndores" cuya magnificencia se plasmaba en el ritmo gimnástico del movimiento y el suspenso generado en los asistentes. Se trataba de que Miss Orquídea cambiase de trapecio desde una altura muy elevada. La osadía de la prueba fue tan impactante que de lejos fue el acto más aplaudido. El clamor del público hizo que el dueño del circo ordenara la repetición del acto, pese a su peligrosidad. Pero esta vez la niña se soltó antes de tiempo y cayó, salvándole de una muerte segura la red protectora, aunque resultó muy herida. Abraham quedó muy apesadumbrado por este terrible accidente. El circo continuó sus funciones aunque ya no dieron más la acrobacia. Luego, en una de sus paseos habituales cerca al muelle, Abraham vio a Miss Orquídea postrada en un sillón, en la terraza de una casa situada frente a la playa. La vio muy pálida y delgada. Ocho días seguidos fue a contemplarla desde cierta distancia. La niña solo le sonreía. Al noveno día, Abraham ya no la encontró y entonces recordó que el circo estaba a punto de partir. Corrió entonces hacia el muelle, y llegó justo antes de que los artistas empezaran a embarcarse. Entre ellos divisó a la tierna artista, que tosía repetidamente; avanzando entre la muchedumbre logró alcanzarla. La niña lo miró e hizo un esfuerzo para brindarle una última sonrisa, diciéndole "adiós", que él correspondió de igual modo. Luego ya en el bote pequeño que la conducía al vapor, la niña sacó su pañuelo y de lejos lo flameó como último gesto de despedida. Abraham la contempló, moviendo la mano, hasta que la vio perderse definitivamente en el horizonte. El adiós de Miss Orquídea fue triste pero, no obstante, la dulzura de su espíritu quedó eternamente grabada en la memoria de Abraham.